Después de la debacle de la selección alemana en 1998 y 2000, se creó una comisión en la DFB -Federación Alemana de Fútbol- para potenciar el fútbol base. La “Nationalmannschaft” de los Özil, Müller y compañía es el fiel reflejo de lo que se trataba de conseguir con esta medida.
Y es que la nueva Alemania está sorprendiendo por contar cada vez más con jugadores que sorprenden por su toque, juventud y desparpajo. El problema es que parece que muchos equipos aún están tratando de entender a lo que estos chicos juegan.
Un ejemplo claro es Lewis Holtby, el habilidoso mediocampista anglo-alemán de 21 años que actualmente brilla en las filas de un equipo de un fútbol tradicionalmente tosco como es el Schalke 04.
O quizá así debería ser.
Podríamos definir a Holtby como un interior zurdo de mucha clase, que puede actuar tanto de mediapunta buscando el último pase, como cayendo a banda, trazando diagonales y buscando el juego entre líneas con gran efectividad.
La temporada pasada sorprendió a propios y a extraños militando –como cedido- en el Mainz 05, colocándose líderes de la Bundesliga durante varias semanas a comienzos de temporada, y formando pareja con otra nueva estrella alemana como es André Schürrle. Aunque pecó de esa irregularidad que adolecen muchos jugadores de su estilo, este año, con su regreso al Schalke, se antojaba como el mejor “fichaje” de los de Gelsenkirchen.
No obstante, ha sido un tema recurrente en la prensa alemana como Holtby, pese a ser importante, no acaba de firmar buenas actuaciones en su actual club, como sí ocurría la temporada pasada.
¿Y por qué? Pues, aunque las cosas no son siempre tan sencillas, en pocas palabras podemos decir que no acaban de entender el fútbol del joven Holtby. Y es que tanto Ralf Rangnick al principio como actualmente Huub Stevens, se han empeñado en retrasar su posición y colocarlo de mediocentro, siempre acompañado de un jugador de un corte defensivo en un esquema de 4-2-3-1.
Ante la falta de un mediocentro con algo de criterio con el balón, optan por colocar al jugador de mejor toque en la “sala de máquinas” para que lo eche todo a andar. Pero, señores, esto no siempre funciona.
Pese a que muchos pensemos en ejemplos de mediapuntas o interiores que se reconvierten con éxito a la posición de mediocentro -Schweinsteiger siendo quizá el mejor ejemplo dentro de la propia Bundesliga- en otros muchos casos se pone de manifiesto que ni el físico ni las condiciones acompañan al jugador para que el experimento funcione.
Además, acompañado sólo por un medio defensivo a su espalda se encuentra con demasiado recorrido por delante y apenas ayuda para elaborar como se le pide.
Por si fuera poco, la propia estructura del Schalke, especialmente cuando persisten en ningunear a Jurado, no hace más que perjudicar al bueno de Lewis. Nos encontramos ante un esquema en el que Raúl tiene que caer al centro del campo a recibir y ayudar en la construcción de juego, operando con dos bandas muy abiertas pero estáticas -en la que únicamente Farfán se antoja capaz de hacer un cambio de ritmo en condiciones- y redondeándolo todo ello con un delantero puramente de área como es Huntelaar.
¿El resultado? Que el Schalke continúa con inmensos problemas en la creación y que, además, pierde a un jugador absolutamente desequilibrante.
Y es que no lo entienden…